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El río que era un hombre

Un joven alemán inicia un viaje en canoa por el país africano en compañía de un nativo que ha contratado para que se encargue de la embarcación. Los dos entablan una breve conversación en la que el joven, entre otras cosas, revela al nativo que él es actor. Por su parte, el habitante local le cuenta que ahora son dos individuos insignificantes en mitad de un mundo dominado por los animales y la ley de la naturaleza. El alemán ha viajado hasta allí para encontrar la paz y la tranquilidad y se burla de los peligros que le narra el hombre, imitando incluso el sonido de los animales de los que le habla. Cuando amanece, el turista se da cuenta de que su acompañante se ha esfumado en mitad de la noche. A partir de este momento el recién llegado tendrá que enfrentarse en soledad a los peligros que le rodean, en mitad de un país totalmente desconocido y plagado de especies salvajes, donde cualquier atisbo de presencia humana parece una alucinación.
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