6.2

Los conductos

Pinky está huyendo. Por la noche, las calles vacías huelen a apocalipsis y la ciudad parece estar en llamas. Los narcóticos se arremolinan por las venas y el aire. Habiéndose liberado de las garras de una secta liderada por un cierto “padre” y decidido a tomar su destino en sus propias manos, ahora se encuentra encerrado en una fábrica ilegal de camisetas, rodeado de pinturas, consignas y prensas térmicas. Pinky busca la luz al final del túnel, pero los fantasmas le bajan por el cuello. Está corriendo por su vida y Colombia está en llamas. Pero Colombia está viva.
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